¿Qué es el Internet de las Cosas y para qué sirve?
La interconectividad es una de las condiciones que definen nuestra era. Prácticamente, todos los aparatos, dispositivos y móviles que salen al mercado están diseñados con el fin de poder interactuar con algo más. Focos que se conectan con una aplicación del celular y cambian de color, pantallas que se conectan con nuestros celulares, códigos en la calle que activan una imagen son algunas de las maravillas tecnológicas de las que disfrutamos hoy en día.
A la interacción que tienen ciertos objetos con el Internet o entre ellos mismos a través de una red de wifi lo llamamos el Internet de las Cosas y, como su nombre lo dice, nuestros objetos se conectan a la red para aumentar sus funciones o hacer mucho más práctica nuestras vidas. Un ejemplo podría ser un refrigerador con conexión a Internet desde el que podemos hacer las compras del supermercado.
Este tipo de dispositivos y sus interacciones son cada vez más frecuentes y van más allá de los electrodomésticos. Los automóviles modernos también cuentan con conexión a Internet a través de interfaces como Apple CarPlay, las cuales permiten interactuar con nuestro dispositivo móvil a través del soporte que ofrece el coche para consultar mapas, cambiar canciones, consultar los mensajes que recibimos en distintas aplicaciones, entre otras funciones.
Recientemente, se ha comenzado a incorporar el Internet de las Cosas con sistemas de reconocimiento biométrico y han surgido propuestas y resultados interesantes que nos podrían abrir una ventana de lo que nos espera en el futuro.
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Internet de las Cosas y la biometría
Hay muchos objetos que ya usan sistemas de reconocimiento biométrico en conjunto con el Internet para realizar distintas operaciones. Consultar nuestro saldo o efectuar operaciones financieras a través de las aplicaciones de los bancos generalmente requiere alguna forma de identificación biométrica y por lo regular se emplea el lector de huellas digitales de nuestro dispositivo.
Sin embargo, en términos de infraestructura tanto industrial como urbana, las aplicaciones del Internet de las Cosas en conjunto con la biometría son muchas y de un espectro amplio y variado. Por ejemplo, en el terreno de la salud, se puede usar un monitoreo biométrico del estado de salud de una persona mediante algún accesorio de uso cotidiano y, en caso de emergencia, acceder a toda esa información y a su historial clínico mediante Internet.
Pero esto es sólo el inicio y ante la adopción de la tecnología en nuestra estamos seguros que, en conjunto con sistemas biométricos, el futuro del Internet de las Cosas nos traerá aplicaciones mucho más interesantes, prácticas y seguras en el corto plazo.
La Biometría como solución en los estadios de fútbol.
Las cosas y el Internet
A pesar de que el concepto existe desde hace algunos años, ha tardado un poco en implementarse de manera generalizada. Si pensamos que la idea detrás del Internet de las Cosas es la posibilidad de conectar prácticamente cualquier objeto a Internet, pues resulta muy complicado implementarlo a nivel generalizado y que además el costo sea efectivo en todos los giros.
Sin embargo, es claro que múltiples nichos han hecho del Internet de las Cosas una realidad habitual. En el terreno de los productos de consumo como los electrodomésticos es relativamente común encontrarse con refrigeradores con pantallas. También en los accesorios como los relojes existe toda una industria consolidada de smartwatches que son más que una mera extensión de la pantalla del celular.
Es claro, también, que no todas las implementaciones han resultado exitosas. Este es el principal problema al que se ha enfrentado para su uso generalizado, ya sea por falta de desarrollo e investigación, por la poca necesidad para determinados nichos o simplemente por una aplicación pobre y de poco valor. Giros como el de la construcción, por ejemplo, han tardado más en adoptar el Internet de las Cosas por el poco valor que aporta a ese sector.
¿En qué se aplica el Internet de las cosas?
Hay principalmente tres áreas en las que se aplica el Internet de las Cosas:
- Aplicaciones de consumo
- Empresarial
- Administración e infraestructura
Aplicaciones de consumo
Ya hablamos un poco sobre las aplicaciones de consumo, pero hay una amplia variedad: accesorios de uso personal
- Electrodomésticos
- Altavoces inteligentes
- Smartwatches
- Ventiladores/calefactores
- Iluminación
Todos estos objetos cumplen diferentes funciones, pero básicamente se agrupan en objetos de uso cotidiano cuya función en conjunto con una conexión a Internet aumenta su practicidad o su conveniencia. Un reloj que además de decirnos el tiempo, nos dice el estado de los mercados y monitorea nuestra actividad física, por ejemplo.
Aplicaciones empresariales
En el terreno empresarial, el Internet de las Cosas se usa sobre todo para identificar los hábitos de consumo de las personas y así ubicar patrones de comportamiento. De esta manera se puede elaborar publicidad personalizada o, incluso, sugerir contenidos de acuerdo con la manera en la que se desenvuelve la gente.
Un ejemplo claro de la aplicación empresarial se encuentra en los medios: las plataformas de consumo de vídeo recolectan información sobre lo que miran las personas y el tiempo que invierten. A partir de esos datos y otros más, pueden proponer listas de programación que sean más cercanas a los gustos de los usuarios, lo cual resulta muy conveniente porque anula la necesidad de buscar nuevo contenido todo el tiempo.
Aplicaciones en administración/infraestructura
En administración e infraestructura, el Internet de las Cosas se aplica más bien en términos estructurales para monitorear y gestionar lo que ocurre en contextos urbanos. Las cámaras de seguridad que tienen conexión directa con las estaciones de policía, por ejemplo, permiten una reacción mucho más rápida y efectiva de las autoridades, además que hacen que los procesos de justicia sean mucho más claros.
Según el portal de estadística alemán Statista, se proyecta que para el 2025 el mercado industrial a nivel mundial del Internet de las Cosas ascienda a una inversión superior a los 110 mil millones de dólares. Por supuesto, el gasto más fuerte se estima que provenga de los países más avanzados, sin embargo, es claro que la tendencia es planetaria e inevitable.