La Biometría Aplicada en los smartphones ya es una realidad

Los dispositivos móviles ya dominan al mundo y el smartphone es el rey

La utilización de biometrías en la seguridad de los smartphones ha escalado también al rostro y, más recientemente al iris, que ha tomado un protagonismo importante con la pandemia de COVID-19, ya que elimina el contacto físico con alguna superficie. Para el futuro se habla de la probabilidad de que se incremente el uso de lectores de huellas dactilares al aire, pero habrá que esperar para ver qué tecnologías terminan insertándose en la cotidianidad más allá de las medidas sanitarias actuales.

Lo que sí es muy factible es que los teléfonos personales terminen impulsando nuevas soluciones que, a su vez, traerán cambios radicales que generarán nuevos paradigmas. Lo interesante será descubrir como interactuamos y nos adaptamos a dichos cambios.

Sin lugar a duda, el año 2009 representó un parteaguas en el desarrollo digital de la humanidad con el surgimiento de dispositivos móviles inteligentes con capacidades aumentadas. Los teléfonos personales potenciados por Android y iOS surgían con la premisa de ofrecer una aplicación para cada funcionalidad requerida, y cuya pretensión era cambiar la experiencia de interacción entre la Internet y los usuarios. Estas intenciones ser vieron superadas por mucho, trayendo consigo añadidos, cambios y restricciones que sirvieron como un pilar en el mundo digital que conocemos hoy.

La transformación que vino con los teléfonos inteligentes impuso un proceso de adaptación, no sólo para los nuevos usuarios que se incorporaron al mundo digital de manera casi natural, sino también para aquellos que tenían una experiencia limitada en el uso de computadoras y la navegación en la web.

De acuerdo con una encuesta mundial de Pew Research Center, en 2015 alrededor del 54% de adultos jóvenes en México (de 18 a 34 años) eran dueños de un dispositivo móvil inteligente y la cifra subió al 66% en 2018; mientras que en el caso de los adultos maduros (más de 50 años) pasó de 10% en 2015 a 30% en 2018.

Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) -elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en colaboración con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y que fue publicada en 2020-, se estima que el país cuenta con 86.5 millones de usuarios de esta tecnología, lo que representa el 75.1% de la población de seis años o más, y un incremento de 3.6 puntos porcentuales respecto de 2015.

Asimismo, nueve de cada diez usuarios de teléfono celular disponen de un smartphone, y la proporción de usuarios que sólo dispusieron de un celular inteligente tuvo un crecimiento de 23 puntos porcentuales entre 2015 y 2019 (65.1% contra 88.1%, respectivamente).

Esta tendencia positiva se ha presentado en casi todo el globo, lo que motivó a la mayoría de las compañías, independientemente del giro de negocio al que se dedicaban, a incorporarse al mundo digital usando aplicaciones y servicios dirigidos a los propietarios de dichos dispositivos móviles, generando el paradigma que hoy conocemos como movilidad.

Con el cambio de visión que trajo la movilidad, se rompieron muchas barreras que existían entre los usuarios y la tecnología, como la comunicación en tiempo real, la geolocalización, la transaccionalidad monetaria a través de Internet e incluso el entretenimiento.

Desafortunadamente, por la naturaleza y la velocidad con la que se desarrollaron los productos y el ecosistema donde convivían, la seguridad implementada en un inicio no fue suficiente, por lo que se buscaron mecanismos más robustos y certeros para sólo permitir el acceso a la persona correcta.

Una de las alternativas más eficaces es la utilización de biométricos, que a través de soluciones especializadas se verifica la identidad del usuario comparando características físicas que son extraídas a través de procesos computacionales.

Esta tecnología ha tenido tal aceptación por parte de los usuarios, que mientras en 2014 un 19% de los teléfonos inteligentes contaba con un lector de huella digital, el porcentaje creció a 60% en 2018. De acuerdo con estimaciones de Deloitte Global, en 2019 ya existían mil millones de dispositivos equipados con lectores de huellas digitales, que se utilizaron en promedio 30 veces al día, lo que implica más de 10 billones de pulsaciones al año en todo el mundo.

Al incorporar mayor seguridad en los teléfonos personales y debido al incremento en su uso se adoptaron también como una pieza angular de seguridad en productos bancarios y proveedores de servicios. Se introdujeron conceptos como el factor de autenticación doble (captura de una contraseña en texto o huella digital combinado con un código recibido a través de un mensaje de texto o notificación digital), el token (claves criptográficas), la llave virtual de transacciones bancarias e incluso el almacén de credenciales de acceso a servicios en Internet. Si quieres saber si necesitas proteger a tu empresa de posibles fraudes, da clic aquí.

Además, se incorporaron servicios como la contratación de servicios financieros de forma remota, y el CoDi (Cobros Digitales) en México, que a septiembre de 2020, un año después de su lanzamiento, ya tenía enroladas 5 millones 135,205 cuentas, de las cuales al menos 249,424 realizaron un pago y 211,909 hicieron un cobro a través de dicha herramienta, según el Banco de México. Si quieres conocer más información sobre ¿Qué es la biometría y para qué sirve? Da clic aquí.